miércoles, 1 de febrero de 2012

A 6 meses de mi partida

01/02/12

Han pasado 6 meses desde mi partida.

Estuve en Orlando, el Vaticano, en Lourdes para recoger agua bendita, subí a Paris en tren y terminé en Leiden, Holanda.

Cuando llegué a mi destino final estaba muy cansada de tanto viajar y conocer. Pero no me arrepiento porque tenía que hacerlo.

En el Vaticano no sentí la espiritualidad de Lourdes, en donde constantemente, y a pesar de la lluvia, la gente se la pasaba orando, en misa, cantando, ayudando. Es un lugar hermoso, lleno de fe, de información histórica sobre la aparición de la Virgen.

En Lourdes ore y ore, con fe, le dejé a Dios una gran carga que tenía sobre mis hombros: la cuestión de la pobreza mundial, que por muchos años ha estado presente en mi mente y en mi alma. Me dí cuenta que no soy nadie, aunque puedo contribuir, pero que en el fondo un movimiento metafísico transforma y moldea al mundo; Dios, sí, pero en consonancia con cada ser humano, como yo. Le pedí fuerzas para seguir mi camino y para emprender mi maestría.

Por meses estuve enojada con mi situación, mi actual universidad y con mi elección de estudios, pero estaba aquí, no podía regresar, el camino de regreso era demasiado largo y pesado.

Con las semanas y los meses he cambiado para ser más fuerte y hoy sé que no soy la misma persona que antes de mi partida.

Después estuve de nuevo en París y posteriormente en Oslo: en Noruega, país con un nivel de desarrollo impresionante y con un sistema público.

No me considero turista, aunque disfruto cada ciudad que visito, cada museo y cada experiencia. Me considero en mi camino, como el que cada uno tiene que pasar para convertirse en sí mismo.

Despertar mi alma, mi energía y mis ganas de vivir, eso me han aportado estos meses. Reconsiderar el pasado y lo que tengo, lo que quiero y hacia donde me dirijo.

El clima ha dejado de ser un factor determinante para mi voluntad. No importan los obstáculos, tengo mi meta y la alcanzaré; y con ello seré cada vez más fuerte.

Me quedan 7 meses en Europa, para seguir conociendo a gente, leer y no sólo aprender sino también intentar aportar algo a los que me rodean.

No sé lo que venga después aunque tengo algunas ideas… pero ahora, a diferencia del pasado, me ha dejado de preocupar dicha situación.

He sido bendecida tantas veces durante este camino, socorrida cuando menos lo esperaba y en ocasiones por gente extraña… siempre una mano apareciendo para no dejarme caer en la soledad, la apatía o la tristeza.

Por un momento me volví muy fría y me alejé de Dios.

Es momento de recordar quien soy y de reconectarme con mi parte divina.

Sin miedos, conectarme con mi alma y mi ser.

Vivir la vida, ser feliz, no perfecta, sólo yo.

¿El ser humano es egoista por naturaleza?

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