La pobreza no es un mal necesario e inevitable; es una condición en la que se encuentra injustamente sumergido un ser humano, debido a la rapacidad, avaricia, negligencia, indiferencia, egoísmo e individualismo de ciertos grupos, sociedades y/o individuos.
Para erradicar este mal resulta necesario hacer todo lo posible -y hasta lo imposible-, luchando día con día, siendo justos en nuestras relaciones, sirviendo a los demás, peleando por la efectividad de los derechos humanos de tod@s.
Para erradicar la pobreza tenemos que vislumbrar en el otro el espejo de nuestro propio ser. Reconociendo la dignidad de ser divino dentro del otro podremos, entonces, darle el espacio que le toca en la vida y en la sociedad. Un trabajo digno, salario justo y una existencia como ser humano.
Existiendo un solo ser humano en condiciones indignas no existe el bien común y nuestra misión no terminará sino hasta que todas y todos gocemos de una vida digna, una existencia en la que nuestros derechos humanos sean una realidad... Utopía posiblemente... Sin embargo, es nuestro deber pelear por nuestra utopía, nuestro mundo ideal... Porque únicamente teniendo un ideal podremos acercarnos, poco a poco, al mundo que soñamos, al mundo que Dios desea para su creación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario